sábado, 11 de febrero de 2017



¿A quién no le han entrado de golpe ganas de mear? 

Trío en Jardines del Guadalquivir (Parte 1)

Ocurrió en los jardines del Guadalquivir, los que están junto a la Cartuja.

En ocasiones me paso por allí haciendo footing, de paso, pues es una zona agradable en verano. Hay poca gente y muchos senderos, y otro más de los rincones de la ciudad donde puedes oler algo de aire libre.

En cuanto llegué, me percaté de un chico en bicicleta, a lo lejos entre los arbustos. Creo recordar que llevaba un pantalón corto marrón y una de esas camisetas modernas, alto y con cuerpo bastante atlético. Me acercaba despacio y disimulado cuando de repente apareció justo detrás de él otro chico, moreno y bajito. Antes de que pudiera llegar a poder siquiera verle la cara, el nuevo paseante se me adelantó y ambos se mezclaron en los arbustos que hay por la zona junto a la entrada.

- "Mala suerte"-pensé.

Volví a darme una vuelta y aquello estaba bastante concurrido. Parece que el buen tiempo y las altas horas siempre animan a que la gente se ponga cachonda. En especial, siempre me atraen los pocos tíos que parecen estar por allí sin demasiadas expectativas, que están descubriendo un nuevo mundo porque han oído que en ese lugar pueden follar y pirarse sin que sus mujeres se enteren.

Esa forma de mirar, tan particular e ingenua, la tuvo un chico unos veinte minutos más tarde. Rondaría unos 30 años y poco más de 1,79. Tenía la cabeza y la cara completamente afeitadas y esa pinta un poco "cani" que según a quién le da miedo o le pone muy cachondo. Yo soy de los segundos, y bajo la camiseta se veía el típico cuerpo fibroso más por delgadez que por ejercicio físico.

Rondamos un poco y entramos en el jardín rodeado de setos con una fuente apagada en medio que hay en la zona más pegada al pabellón del futuro, situándonos en una de sus esquinas. Había sitio para sentarte y podías estar algo escondido del resto del jardín, con la diferencia de que cualquiera de los paseantes que buscara morbo y pudiera vernos nos encontraría con relativa facilidad. No soy demasiado amigo de exponerme cuando estoy buscando tema, pero había algo en todo aquello que me la puso bastante dura.

Me senté y se sacó la polla, tímido. No era un pollón por definición pero sí estaba bastante bien equipado, de unos 16-17 cm y empinado completamente hacia el frente, de los que da gusto chupar y que te follen. Era un buen rabo, con una pinta imponente, y yo me saqué el mío para empezar a pajearnos mientras algún que otro mirón ralentizaba su paso para curiosear, retomándolo en cuanto le hacíamos algún gesto indicándole que continuara.

Hubo dos sorpresas desde ese momento. La primera es que apenas comenzamos, apareció el chico de la bicicleta a pocos metros dirigiéndose hacia nosotros, al que insté a acercarse al distinguirle. La segunda, algo menos agradable, es que el chico no tenía en sí el perfil que suele gustarme. Era un chico bastante guapo, un poco más alto que mi compañero, con labios carnosos y facciones algo aniñadas y creo que un par de años menos que yo.

Cuando se sacó el rabo para unirse a nosotros el escenario cambió de golpe. No era especialmente dotado, pero lo compensaba con un culo prieto y muy bien puesto. En cuanto se unió, ambos nos sentamos y comenzamos a besarnos, mientras el calvete se pajeaba al mirarnos, nervioso, con la punta del rabo apuntando directamente hacia nosotros.

-Continuará..-

jueves, 9 de febrero de 2017

El conserje - (Fantasía pactada)

Ocurrió un verano.

En agosto Sevilla se vuelve un horno que apenas invita a moverte a más de tres metros del aire acondicionado, pero aquella mañana me desperté muy caliente y, tras un rato buscando, ya estaba todo preparado para ir a la facultad. Los exámenes de septiembre se acercaban, y paradójicamente yo me encontraba en el campus con intenciones muy distintas a prepararme alguno de los parciales que me quedaban por aprobar. Por entonces los aularios se volvían un lugar desierto, y las escaleras exteriores al edificio lugares perfectos donde podías echar un cigarro en algún rincón a la sombra sin que te molestasen. Me conocía el camino a la perfección.

Caminé bajo el sol durante unos 10 minutos hasta llegar a uno de los edificios que permanecían abiertos durante la temporada estival. Era algo siniestro verlo tan solo, pero a las cuatro de la tarde era difícil que alguien estuviera por allí para dar clases, pues la biblioteca estaba lejos y demasiada gente aún estaba en la playa.

Entré en el edificio y a pocos pasos divisé la garita del conserje, a la entrada. Tras acercarme a la ventanilla divisé su figura mirando un pequeño televisor, a la izquierda. Era un hombre canoso, de unos 40 años y bastante alto, muy atractivo y bien conservado. Sin una musculatura exagerada se veía un hombre cuidado de hacer deporte, con la clásica camisa blanca y pantalón negro y un llavero sobrecargado encima de la mesa. La barba de varios días y la mirada afilada junto a su nariz aguileña lo hacían parecer un tío serio y algo imponente, pero en cuanto me asomé para dirigirme a él sonrió con algo de vicio.

- Hola, buenas...
- El edificio está cerrado -interrumpió cortante-, ¿quieres algo?
- Sí -respondí, algo avergonzado- es que se me olvidó algo en clase esta mañana y venía a buscarlo..
- Joder... -dijo, molesto, mientras se acariciaba el paquete al hablar conmigo y veía su anillo de casado sobre su entrepierna abultada- Venga, sube y cojo las llaves.

Subí las escaleras y él me siguió, comprobando que no nos seguía nadie. Subimos al primer piso y caminamos por el pasillo hasta llegar a una de las aulas a pocos pasos de la escalera. Entramos por la puerta trasera de la clase y él la cerró con llave a sus espaldas. Yo me senté en una de las sillas al fondo de la clase y miré bajo el pupitre, fingiendo buscar algo.

- No aparece, pensaba que había dejado el libro por aquí...
- ¿No estarías buscando esto? -dijo, bajándose los pantalones y los calzoncillos tras dejar las llaves sobre la mesa. Ante mí tenía un imponente capullo de unos 19 cm, algo gordo y bastante venoso. que el conserje acercó hacia mi boca.

Me dio un suave pollazo en la cara antes de que comenzara a lamerlo. Por un momento me supo mal, oliendo al sudor concentrado de horas en aquella garita. Gemía con timidez, mirando hacia la puerta de vez en cuando algo nervioso mientras me metía cada vez más polla en mi boca.

Yo iba lamiendo, entreteniéndome en sus huevos, mientras trataba de saborear cada instante su miembro. Me apartó del pupitre y me dejó sentado, y estuvo durante un par de minutos apoyado contra la pared mientras se la mamaba, gimiendo cada vez más fuerte y sacándomela de la boca para restregármela un par de veces y volver a meterla hasta el fondo.

Todo parecía ir bien hasta que de pronto pareció escuchar algo en el pasillo al tiempo que me sacaba el pollón de la boca. Paró en seco, poniéndose muy nervioso.

Yo me quedé paralizado, tratando de volver a chupársela hasta que confirmó que no había nadie fuera dispuesto a incordiarnos. Me agarró la cara con fuerza y comenzó a follarme la boca, con ganas, rápidamente. Yo trataba de respirar por la nariz al tiempo que sentía aquel nardo en mi garganta y los huevos en mi barbilla hasta que, súbitamente, sacó la polla de golpe de mi boca y soltó todo el lefote sobre aquel pupitre.

Me saqué la polla y me pajeé, a mil, y acabé corriéndome en el pupitre pocos minutos más tarde mientras él volvía a subirse los pantalones y abría la puerta, comprobando el pasillo.

Cuando acabé, me instó a irme rápido en lo que él acababa la ronda, no sin antes despedirse:

- A ver si otro día encontramos tu libro.


Declaración de intenciones

Digamos, pues, que mi nombre es Diego. Soy un chico de Sevilla de 27 años y he decidido contar algunas de mis historias en este blog; Anécdotas sexuales sobre algunos encuentros que he tenido a lo largo de los años y especialmente aquellas relacionadas con el sexo en lugares públicos con otros hombres (cruising).

En principio no pretendo añadir fotos y cómo veis el diseño es bastante rudimentario. Ya iré valorando si me merece la pena gastar más tiempo en reformarlo o se puede disfrutar tal y como está.

Comencemos por lo básico. Hagamos sencillo lo que realmente lo es:

  • ¿Qué hay de real en este blog?
Las historias. Podré detallarlas más o menos, modificar ligeramente las escenas en cosas superfluas, pero no tiene sentido abrir esto para mentir o imaginar fantasías. Algunas ni siquiera acabarán en un polvo y otras tendrán más morbo del que parece cuando comiences a leerlas, pero no tengo intención de inventarme nada. 

Perdería la gracia para mí, y me conformaría creando una página de relatos. También es real mi edad, así como la descripción que expongo en esta declaración: Mi idea es dar el mismo morbo que siento yo, y que me imaginéis en mis experiencias es lo que me da morbo a mí. 

  • ¿Qué no es real en este blog?
Detalles que puedan identificarme. Pretendo continuar en el anonimato, y considero que es lo que más excitante hace al cruising. 

Por supuesto, también cuidaré los detalles que dé sobre los otros participantes en la escena, de cara a evitar que pudieran ser identificados.

Nunca se sabe. 

  • ¿Cómo soy?
Moreno, masculino, alto, barbudo, con vello y atractivo, según me dicen. Soy realmente versátil, aunque el rol del pasivo sumiso me suele calentar bastante y me gustan los tíos que busquen solo descargar y dar polla ellos. El sexo en lugares públicos me da morbo desde hace ya varios años y es por lo que decidí crear este blog. 

Me atraen especialmente mamar y el sexo cañero, y me apasionan las folladas de boca.

  • ¿Qué clase de tíos me atraen?
El mayor morbo me lo dan los tíos casados de entre 30 y 40 y pocos, el clásico "papi" barbudo y con hijos es mi perdición. Son requisitos imprescindibles para mí la masculinidad y la altura (no me atraen hombres de menos de 1,78 cm.), y rara vez aparecerán involucrados hombres que no cumplan estas dos características. 

Tampoco me atraen muy gordetes, jóvenes por debajo de los 25 u hombres mayores de 50 ni afeminados. 

La actitud dominante es algo muy importante para mí, y disfruto siendo pasivo y mamón de tíos con apariencia y actitud de macho. 

Pollones, cómo no, me encantan. 

  • ¿Por qué y para qué este blog?
Por amor al vicio. Ni más, ni menos.

Si lees un relato y acabas haciéndote un pajote de lo dura que se te ha puesto acabaré sintiéndome más que satisfecho. Cualquier agradecimiento ya sea como comentario o con alguna foto al correo es más que bienvenido (lo colgaré en el blog cuando pueda hacer alguna recopilación siempre que cuente con vuestro consentimiento, me gusta mucho recibir fotos de rabos o de corridones).

¿Encuentros reales? Con muchos condicionantes... Pero si cumplieras de forma muy, muy exacta el perfil que me gusta y eres de Sevilla, ¿por qué no? 

De pasarlo bien se trata. 

Saludos y bienvenidos.